Hiromi Kawakami (Tokio, 1958) estudió Ciencias naturales y fue profesora de Biología hasta que en 1994 apareció su primera novela. Sus libros han recibido los más reputados premios litearios, que la han convertido en una de las escritoras japonesas más leídas.
Esto es lo que pone en la solapa sobre Hiromi Kawakami, autora de Algo que brilla como el mar. Yo la conocí hace tiempo gracias a un amigo que me recomendó su libro El cielo es azul, la tierra blanca y que en su momento me encantó. A veces, no sé muy bien por qué, necesito leer novela japonesa, quizá porque me hace sentir como cuando vas a comprar algo en cualquier comercio y te encuentras con un dependiente (masculino o femenino) que tiene una de esas voces que al hablarte te hace sentir como que flotas.
—¿Cómo te ha ido el día?—me pregunta mi madre todos los días.
—Bien, normal—le respondo yo.
«Bien» y «normal», siempre las dos mismas palabras. Las ocasiones en las que le doy una respuesta diferente se pueden contar con los dedos de una mano. Cuando tengo que responderle otra cosa, como «fatal» o «muy bien», intento no tenerla delante.
Es muy fácil no tener a mi madre delante, porque siempre está ocupada.
Edo Midori, el narrador de la historia, es un adolescente que vive junto a su madre, Aiko, y su abuela, Masako y nos cuenta parte de su día a día, lo que piensa y siente con respecto a pequeños detalles de su vida, su relación con sus amigos Hanada y Mizue, un chico al que le gusta vestirse de mujer y una chica que está enamorada de él. Según pone en la contraportada, Algo que brilla como el mar es, por encima de todo, una historia en la que fluyen con naturalidad los aspectos más recónditos del alma. En realidad, en toda la historia no pasa nada especial que te atrape y sin embargo el día a día de Edo Midori te atrapa de alguna forma.
Ya lo decía al principio, no sé lo qué tiene la literatura japonesa que, de alguna manera, me transporta a una especie de estado de calma, en la que los sonidos se amortiguan y todo se vuelve lento y suave. No sé explicarlo muy bien, pero casi siempre que leo algo japonés, siento algo extraño dentro, como si me acolcharan y me aislaran de los ruidos y las prisas del exterior. Y la calma.
Creo que si tuviera que decidir entre lo que he leído de esta autora elegiría El cielo es azul, la tierra blanca, una gran historia de amor insólita y distinta que me cautivó, aunque la historia de Edo Midori tampoco está mal. Hace no sé cuánto, comenté por aquí que a veces los libros japoneses me descolocan quizá por la diferencia de cultura. Algunos diálogos me resultan extraños y quizá eso sea lo que me atraiga de este tipo de libros, o lo que les dote de ese algo particular que me transporta a no sé dónde, porque en los diálogos la gente que habla es parca en palabras, no da demasiadas explicaciones, dice lo justo, y parece que ahí se acaba todo y que para que siga se tiene que insistir. Están también los personajes, que son tan distintos, tienen otro tipo de problemas (aunque en realidad quizá sean los mismos enfocados desde otro punto de vista), otras prioridades diferentes a las que yo tendría.
—¿Estás enfermo?—le pregunté.
—No.
—¿Y cuál es el problema?
—Un paso de peatones.
—¿Un paso de peatones?—repetí.
—Sí, un paso de peatones. Estoy hundido.
En definitiva, un libro que se deja leer y que tiene su punto. No creo que esté al nivel de El cielo es azul, la tierra blanca, pero tampoco está mal.
Título: Algo que brilla como el mar
Autor: Hiromi Kawakami
Título original: Hikatte mieru monno, are wa
Idioma original: Japonés
Traductor: Marina Bornas Montaña
Editorial: Acantilado
ISBN: 9788492649624
Pgs: 267
Valoración: 3/5. Está bien.
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