Sus palabras formaban una blanca
nube parecida al bocadillo de un manga. Yo pude ver las palabras, tal y
como lo digo, con mis propios ojos. Él les quitó la escarcha frotándolas
suavemente con el dedo.
Fragmento extraído de El hombre de hielo.
Título: Sauce ciego, mujer dormida
Autor: Haruki Murakami.
Traductor: Lourdes Porta
Editorial: Tusquets
Páginas: 386
ISBN: 978-84-8383-047-5
La
primera vez que saqué el libro de la biblioteca, no pude terminarlo. Ni
siquiera llegué a la mitad. Me gusta Murakami, pero lo disfruto mucho
más como novelista que como cuentista. Reconozco que no siempre tengo el
humor apropiado para leer según qué cosas, así que a veces, procuro
darles a los libros una segunda oportunidad. Y esta vez se lo he dado.
Sigo pensando que disfruto más de Murakami como novelista que como
cuentista, aunque él diga en el prólogo que para él escribir novelas es
un reto y escribir cuentos, un placer. O quizá por eso.
Este
volumen consta de 24 relatos con temáticas muy diferentes entre sí:
desde una mujer que se casa con un hombre de hielo, otra que se olvida
de su nombre porque un mono le ha robado una medalla identificativa, un
hombre al que se le pega en su espalda una tía pobre, o un chico que no
para de hacer espaguetis para no tener que ocuparse de los problemas de
los demás. La mayoría de ellos, si no son todos, con un toque
fantástico, surrealista.
He
de reconocer que a medida que he ido avanzando, me ha ido gustando
más. Y si tuviese que quedarme con uno, me quedaría con la historia de
Tony Takitani, un hombre incapaz de sentir la soledad hasta que se
enamora y más.